Investigaciones sugieren beneficios en el uso de la hormona de crecimiento en casos de encefalopatía, epilepsia y regresión.
La hormona de crecimiento (GH) es mucho más que un regulador del desarrollo físico. Estudios recientes revelan su impacto directo en el sistema nervioso central, la neurogénesis, y su potencial terapéutico ante lesiones cerebrales y trastornos del neurodesarrollo como el autismo.
Una hormona presente más allá del crecimiento
La hormona de crecimiento (GH) es una hormona peptídica pleiotrópica que es producida por la glándula pituitaria anterior la cual es segregada bajo el control del hipotálamo, ésta desempeña un papel vital en el crecimiento, diferenciación, funciones y desarrollo infantil. Pero además está expresada en todas las superficies de los tejidos en nuestro cuerpo. Por lo que tiene un papel crucial en la regulación de la proliferación y supervivencia de muchos tejidos, en los que está incluido el Sistema Nervioso Central. Sumado a muchos efectos en el desarrollo de los efectos conductuales y psicológicos relacionados a los neurotransmisores cerebrales y como éstos pueden modular en conjunto con la hormona de crecimiento.
El papel de la hormona de crecimiento en la neurogénesis
Los estudios sobre tratamiento de Hormona de crecimiento sobre la neurogénesis del adulto se han demostrado en animales de laboratorio, dado que genera una neurogénesis puede depender además de la producción local de la hormona en las células madre neuronales, lo cual se activa en condiciones fisiológicas pero además en condiciones patológicas como lo serían las Encefalopatías.
Al ocurrir daño cerebral debe iniciarse un proceso de reparación celular, y las células madre tienen una capacidad de autorregenerarse o diferenciarse, por lo que es importante entender como ocurre la neurogénesis. Está ocurre en dos zonas clave del SNC, en la zona subventricular que recurre las paredes de los ventrículos laterales anteriores y la zona subgranular en el giro dentado del hipocampo. Por lo que las alteraciones en estas zonas pueden generar problemas en la autorrenovación de los linajes neuronales, y por ende un desequilibrio entre la muerte celular y la regeneración o renovación celular.
Factores que modulan la regeneración cerebral
Los factores que modulan la señalización para la adquisición de nuevos linajes neurales esta mediada de manera intrínseca y extrínseca. Por ejemplo los entornos con dietas enpobrecidas y bajo nivel de ejercicio físico puede disminuir estas señales de regeneración celular. Como además los trauma, lesiones y el estrés celular son mediadores para la regeneración de las zonas afectadas y de esta manera reparar las heridas tisulares.
Algunas de las funciones de la hormona de crecimiento que se ha podido demostrar es cómo estimula la génesis de neuronas, astrocitos, células endoteliales y oligodendrocitos, y promover la mielinización y la arborización neuronal. En algunos modelos de animales con deficiencia de hormona de crecimiento, se ha podido observar neurogénesis reducida, hipomielinización o una sinaptogénesis deficiente.
Los estudios han demostrado que la hormona de crecimiento también desempeña un papel importante para la diferenciación en el SNC. Este efecto se observa particularmente a altas concentraciones y, se ha informado que las concentraciones de hormona de crecimiento que logran promover la diferenciación de los precursores neuronales reducen la proliferación neuronal.
Por lo tanto, existe la posibilidad de que las bajas concentraciones de hormona de crecimiento puedan promover la proliferación de células progenitoras a expensas de su diferenciación; mientras que con concentraciones más altas de hormona de crecimiento, la proliferación se suprime por diferenciación. Otros de los efectos estudiados en la acción que ejerce sobre la migración y la supervivencia de las células neuronales, previniendo la apoptosis celular del SNC.
La hormona de crecimiento generalmente usa múltiples receptores, pero además de los suyos, puede usar los receptores de prolactina para mediar la migración de células neuronales, siendo los receptores de prolactina los cuales no sólo median la migración y desarrollo sino el sistema inmunológico. Y el uso de éstos receptores puede tener efectos paracrinos y autocrinos, y ha sido relacionada con algunos procesos autoinmunes.
GH e IGF-1: un binomio clave para la reparación cerebral
Al igual que ocurre en otros territorios, algunas de las acciones de la hormona de crecimiento sobre el SNC están mediadas por el aumento de la expresión del factor de crecimiento similar a la insulina-1 (IGF-1), el alcance de estas acciones llega a ejercer influencia sobre ciertas células neuronales como lo son las células gliales, células de revestimiento, células endoteliales y la microglía.
Otro factor como tratamiento es que la hormona de crecimiento puede atravesar la barrera hematoencefálica, por lo que la inducción sistémica de hormona de crecimiento más el uso de la IGF-1, entre otros factores neurotróficos pueden promover la protección y reparación neuronal. Como tratamiento confiere neuroprotección y acelera la recuperación de muchas funciones neuronales, sobre todo se observa como se eleva su producción ante eventos lesivos como puede observarse en traumatismos, encefalopatías y estrés oxidativo.
Encefalopatías, autismo y regresión del desarrollo
Las encefalopatías son un grupo de trastornos que afectan la función cerebral y pueden tener diversas causas, incluyendo infecciones, toxicidad, problemas metabólicos, entre otros. Algunas encefalopatías pueden provocar daño cerebral a largo plazo y afectar el desarrollo cognitivo y físico, especialmente en niños.
En las lesiones cerebrales por encefalopatías hipóxico-isquémicas por disminución del oxígeno o del suministro de sangre en la etapa fetal o postnatal, incluirá tanto necrosis como apoptosis celular, uno de los síntomas en el neonato serán las convulsiones, alteraciones de la sensoriales y/o motoras, trastornos cognitivos, emocionales y conductuales. El daño cerebral severo que puede ocasionar una encefalopatía durante el período perinatal puede generar además discapacidad en el aprendizaje, epilepsia, parálisis cerebral y retraso mental.
La hormona de crecimiento ante lesiones cerebrales por cualquier etiología activa genes protectores que reconocen la hipoxia o el daño, ésta es la manera en la que activa la IGF-1, la eritropoyetina, el factor de crecimiento dérmico o el factor de crecimiento endotelial vascular. Todos éstos factores serán regulados al alza, tras el uso de hormona de crecimiento como tratamiento.
Posteriormente o durante una encefalopatía podrían ocurrir síntomas sugestivos o indicativos para los médicos que sugieran un diagnóstico de Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) el cual es un trastornos del neurodesarrollo que se caracterizan por compromiso en la integración social y comunicación asociado a intereses restringidos y conductas estereotipadas.
Un alto porcentaje de casos presentan además compromiso del lenguaje, disfunciones sensoriales, trastornos por déficit de atención, bipolaridad, discapacidad intelectual y epilepsia, entre otras comorbilidades.
Debido a la denominada inestabilidad de los síntomas, el diagnóstico de certeza se realiza a los 36 meses, aunque ya a los 12 meses frente a un niño que no señala lo que quiere, no mira lo que le es señalado, no responde a su nombre y/o no tiene atención compartida debe sospecharse el posible diagnóstico y actuar en consecuencia intentando identificar una entidad médica asociada y comenzar una intervención terapéutica adecuada con orientación a la familia.
Es un trastorno del neurodesarrollo de expresión temprana y se estima que un 30 % de niños con autismo, con un desarrollo típico inicial, puede presentar una regresión en los primeros años de vida, con pérdida de la intensión comunicativa, desarrollo de conductas estereotipadas y deterioro del lenguaje.
La relación entre la epilepsia, las encefalopatías y la regresión cognitiva y conductual, se ha observado, donde existe evidencia que las disfunciones cognitivas o trastornos de la conducta específicos pueden ser consecuencia directa de descargas epilépticas en distintas áreas cerebrales, en algunos niños pueden verse pocas o incluso ninguna crisis clínica o sin anormalidades inconstantes del EEG.
El tipo de combinación de síntomas cognitivos y conductuales dependerá, entre otros factores, del área o áreas corticales afectadas por el proceso epiléptico, la edad del comienzo (grado de maduración del área involucrada) y su severidad. En estos casos debemos tener en cuenta las denominadas encefalopatías epilépticas, en las cuales el compromiso cognitivo y social está directamente relacionado a la anormalidad eléctrica epiléptica y como veremos en algunos casos ni siquiera presentan crisis epilépticas orientadoras.
Frente a un niño con un cuadro de regresión autista (menor contacto visual, pérdida de la atención compartida, menor interés por el entorno e incluso conductas estereotipadas), es importante preguntar por posibles crisis tipo “espasmos” los cuales pueden ser mal interpretados como “cólicos abdominales” en salvas y varias veces por día. Los mismos pueden ser en flexión, en extensión, mixtos o incluso en algunos casos pueden ser unilaterales, asimétricos, etc.
Frente a este cuadro, podemos orientarnos al Síndrome de West o Espasmos Infantiles con Hipsarritmia (SW) y será fundamental realizar un electroencefalograma (EEG) el cual presenta hipsarritmia que confirmar el diagnóstico. El SW es una encefalopatía epiléptica del primer año de vida, con una mayor incidencia entre los 4 -7 meses, tiene una frecuencia de 1 cada 4.000-6.000 nacidos vivos. Representa del 3 al 7 % de las epilepsias de los primeros años de vida.
Una característica común es la detención de pautas madurativas e incluso la pérdida de las mismas coincidente con el debut de la epilepsia, aunque hay casos con una regresión autista sin haber detectado los espasmos (debido a que muchas veces en el inicio son sutiles). Ante este tipo de regresión y la sospecha de espasmos es fundamental realizar un EEG de sueño, lo cual nos permitirá confirmar el diagnóstico.
Aunque allí no termina todo, dado que es el momento de pensar en la etiología y en algunos casos su identificación permite la curación del niño con recuperación neurológica. Las etiologías pueden ser prenatales, perinatales o postnatales siendo las causas definidas según el tipo de enfermedad en estructural /malformativa o genética/ metabólica.
Otras causas asociadas pueden ser las malformaciones cerebrales, que son la mayor causa de espasmos infantiles identificada, pueden ser consecuencia de desórdenes en la neurogénesis, en el clivaje anterior, en la migración neuronal y/o en la organización. Entre otras tendremos la holoprosencefalia, la agenesia de cuerpo calloso, las displasias corticales, la microcefalia, el complejo agiria / paquigiria, la esquizencefalia y las heterotopías sustancia gris.
Un síndrome interesante es el síndrome de Aicardi, el cual se presenta en niñas, con agenesia de cuerpo calloso, hipsarritmia alternante, espasmos asimétricos, trastornos oculares, hemivertebras, lesiones corioretinianas, entre otras características clínicas, con un severo compromiso psicomotor y pobre evolución.
Otras etiologías a tener en cuenta son las Encefalitis por citomegalovirus, toxoplasmosis, rubeola, las etiologías vasculares: intraútero, stroke, fenómeno destructivo tipo hidranencefalia, y las perinatales y postnatales, como lo es la encefalopatía hipoxico-isquémica, las infecciones (meningitis, encefalitis bacterianas y abscesos cerebrales) e incluso raros casos de neoplasias cerebrales benignas o malignas.
En todas estas existe lesión tisular neuronal, por lo que las condiciones específicas de ciertas encefalopatías debe ser estudiada para sopesar el beneficio del tratamiento que incluya la hormona de crecimiento y así poder manejar las condiciones subyacentes.
La inmunorreactividad de la hormona de crecimiento también se ha detectado en varias áreas del cerebro que incluyen regiones germinales del cerebro embrionario, así como regiones cerebrales involucradas en la neurogénesis postnatal, también se ha detectado en las neuronas lesionadas, los axones mielinizados y las células gliales dentro y alrededor de las áreas infartadas.
El tratamiento de hormona de crecimiento ha logrado nuevos paradigmas, en el adulto el tratamiento va más allá de sólo las encefalopatías infantiles, muchos de los procesos fisiopatológicos que ocurren desde en la adultez son característicos de las formas no hemorrágicas de accidente cerebrovascular.
Sin embargo, el término «accidente cerebrovascular» o accidente vascular encefálico (EVA) se utiliza generalmente para denotar una lesión resultante de la isquemia focal o multifocal (es decir, la que se produce cuando se interrumpe el suministro de sangre a una o unas pocas áreas específicas del cerebro), en contraste con la exposición global del cerebro a la hipoxia y/o a la hipoxia-isquemia que se puede ver en la infancia por las encefalopatías hipoxico-isquémicas típicas en los neonatos.
En cualquier caso, más que una enfermedad singularmente definida, el ICTUS es un síndrome con mecanismos heterogéneos y múltiples etiologías, incluyendo un número reducido de ictus hemorrágicos. Y el tratamiento con hormona de crecimiento puede proporcionar beneficios en la recuperación tanto cognitiva como motora.
GH como estrategia de apoyo terapéutico en daño cerebral
Los estudios realizados en animales de experimentación sugieren que el tratamiento con hormona de crecimiento aumenta el número de células precursoras neurales proliferantes y neuroblastos migratorios postmitóticos después de la isquemia focal, lo que sugiere que, además de su papel en la neuroprotección, la hormona de crecimiento puede potenciar los procesos neurorrestauradores endógenos que ocurren después de una lesión cerebral.
El tratamiento con hormona de crecimiento en varios estudios fue capaz de aumentar el Índice de Barthel, el cual es un indicador de discapacidad y dependencia a los cuidados, con el tratamiento también se observó una reducción de la la fatiga muscular y la disminución de la fibra en pacientes con accidente cerebrovascular completo en rehabilitación activa. También se observaron cambios en la resonancia magnética funcional en uno de estos pacientes que recibieron tratamiento con hormona de crecimiento.
Los avances en el uso del tratamiento de hormona de crecimiento e IGF-1 son notables y han abarcado no sólo las lesiones por encefalopatías sino además a logrado abrir las puertas para entender el proceso de neurogenésis, por lo que considerar en tratamiento de hormona de crecimiento ante las lesiones cerebrales puede en un futuro ser una línea de tratamiento más notable en los protocolos de atención en las diferentes Encefalopatías.
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Artículo redactado por la Asesora y Colaboradora de Enevia Health:
Yohana Céspedes, Ing. Química.
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