El desequilibrio en ácidos grasos, la activación inmune y los neurotransmisores podría estar detrás de alteraciones cognitivas y sociales en el TEA.
El desarrollo social de los individuos con TEA a menudo está influenciado por múltiples factores, incluyendo el entorno familiar, las interacciones sociales, el perfil genético individual y, más recientemente, las investigaciones han comenzado a explorar la relación entre la microbiota intestinal y el cerebro, conocida como el eje intestino-cerebro. Esta relación tiene implicaciones importantes no solo en la salud física, sino también en el comportamiento social y emocional.
La relación entre el eje intestino-cerebro es clave para entender al TEA, y el cómo las alteraciones de la microbiota intestinal pueden generar un comportamiento social en el paciente con TEA es hoy en día clave de manejar con un equipo multidisciplinario. Las investigaciones se han centrado en los componentes de nuestra microbiota para intentar comprender cómo este desbalance en nuestro microbioma puede estar actuando.
Entonces el eje intestino-cerebro vendría a ser la comunicación bidireccional entre el sistema gastrointestinal y el sistema nervioso central (SNC). Esta conexión se realiza a través de varias vías, incluyendo nerviosas, hormonales e inmunológicas. La microbiota intestinal, compuesta por billones de microorganismos, juega un papel crucial en esta comunicación, afectando diversos aspectos de la salud mental y el comportamiento.
La microbiota intestinal hace referencia no sólo al conjunto de microorganismos bacterianos que habitan en el tracto gastrointestinal humano, sino además a virus, hongos y protozoos. Estos microorganismos juegan un papel crucial en la salud digestiva, el sistema inmunológico y el metabolismo. Se estima que hay trillones de bacterias en nuestro intestino, con una diversidad que varía entre individuos y que está influenciada por factores como la dieta, la edad, el ambiente y el uso de antibióticos.
La conexión entre la microbiota intestinal y la salud mental ha cobrado atención en los últimos años, dando lugar al concepto de la «comunicación bidireccional» entre el intestino y el cerebro, o también conocido como el eje intestino-cerebro. Esta conexión puede influir en diversos aspectos del comportamiento humano y la salud mental, incluyendo la ansiedad, la depresión y los trastornos del desarrollo neurológico, como el autismo.
El autismo, o trastorno del espectro autista (TEA), es un diagnóstico que abarca una amplia gama de trastornos del desarrollo caracterizados por dificultades en la comunicación, la interacción social y comportamientos repetitivos o restringidos. Las investigaciones han demostrado que el TEA tiene una base multifactorial, involucrando tanto elementos genéticos como ambientales.
La disbiosis se refiere a un desequilibrio en la composición y función de la microbiota intestinal. Este desequilibrio puede surgir por diversos factores, como dietas poco saludables, infecciones, uso excesivo de antibióticos, estrés y otros factores del entorno. La disbiosis puede afectar la salud de varias maneras, incluyendo la inflamación, el metabolismo de nutrientes y la función del sistema inmunológico.
Algunas investigaciones recientes han sugerido que la disbiosis puede ser un factor importante en la manifestación de síntomas relacionados con el autismo. Algunos de los hallazgos clave incluyen:
- Alteraciones en la microbiota intestinal en individuos con TEA: Varios estudios han encontrado diferencias significativas en la composición de la microbiota intestinal de niños con autismo en comparación con aquellos sin el trastorno. Estas alteraciones incluyen un aumento en ciertas especies bacterianas patógenas y una reducción en bacterias beneficiosas. Algunas especies, como Bifidobacterium y Lactobacillus, tienden a estar menos representadas en la microbiota de individuos con autismo las cuales al encontrarse reducidas, su potencial beneficioso estará igualmente reducido. Y el aumento de bacterias patógenas, puede haber un aumento de microorganismos como Clostridium, que se asocia a problemas gastrointestinales y se ha vinculado a síntomas autistas.
- Inflamación y respuesta inmune: La disbiosis puede contribuir a una respuesta inflamatoria crónica, lo que a su vez podría afectar el desarrollo neurológico y el comportamiento. La inflamación en el intestino puede llevar a la inflamación sistémica, que se ha asociado con los síntomas del autismo.
- Producción de metabolitos: La microbiota intestinal produce diversos metabolitos, incluidos ácidos grasos de cadena corta (SCFA), que son esenciales para la salud cerebral. Un desequilibrio en la microbiota puede alterar la producción de estos metabolitos, afectando la función cerebral y el comportamiento social.
- Comportamiento social y comunicación: Algunas investigaciones han observado que los cambios en la microbiota pueden estar relacionados con alteraciones en el comportamiento social. En estudios de animales han mostrado que la manipulación de la microbiota (por ejemplo, a través de la administración de probióticos) puede resultar en mejoras en la conducta social y en la comunicación.
Los ratones libres de gérmenes (GF) han sido fundamentales para evaluar el papel de la microbiota, algunos estudios informan aumentos en las respuestas neuroendocrinas al estrés, niveles alterados de neurotrofina en el hipocampo y la amígdala, reducción de la ansiedad y la memoria no espacial,y niveles alterados de neurotransmisores monoamínicos en el cerebro.
Muchos de los déficits son específicos de los hombres en el que existen mayores tasas de incidencia de trastornos del neurodesarrollo en relación con las mujeres.
- Signos crónicos gastrointestinales: como lo es constipación, diarrea y dolor abdominal; éstos problemas pueden empeorar los síntomas del autismo, al generar cambios de humor e irritabilidad por los malestares asociados.
Eje intestino-cerebro
Esta compleja relación entre el sistema gastrointestinal y el sistema nervioso central, subrayando la comunicación bidireccional entre la microbiota intestinal, el sistema inmunológico, las hormonas y el cerebro. Este eje ha ganado atención significativa en la investigación, especialmente en el contexto de trastornos del desarrollo y condiciones neuropsiquiátricas, como el autismo. Es un mecanismo a través del cual la microbiota intestinal puede afectar al sistema nervioso central. Las vías incluyen:
- Producción de metabolitos: Las bacterias intestinales generan sustancias como ácidos grasos de cadena corta (SCFA), que son importantes para la salud neurológica. Una microbiota alterada puede reducir la producción de estos metabolitos, afectando el desarrollo y la función cerebral.
- Respuesta inmune: La disbiosis puede desencadenar inflamación tanto en el intestino como en el cerebro, lo que podría influir en el comportamiento y el desarrollo neurológico.
Algunos de los componentes clave del Eje intestino-cerebro que podemos mencionar y son necesarios comprender son:
- Microbiota Intestinal: Comunidad de microorganismos en el intestino que influye en la salud física y mental.
- Nervio Vago: Principal vía neuronal que conecta el intestino y el cerebro.
- Hormonas y Citoquinas: Mensajeros químicos que medían la comunicación entre el intestino y el cerebro, afectando el estado de ánimo y el comportamiento.
- Sistema Inmunológico: Respuestas inmunitarias que pueden influir en la salud mental.
Inmunidad y inflamación
Las alteraciones en la microbiota pueden estar relacionadas con un aumento de la inflamación sistémica y de la activación del sistema inmunológico, lo cual se ha asociado con síntomas del autismo. La inflamación crónica puede alterar el desarrollo cerebral y contribuir a comportamientos asociados al TEA.
Algunas investigaciones sugieren que la modificación de la microbiota intestinal a través de:
- Dieta: La implementación de dietas ricas en prebióticos y probióticos ha mostrado potencial en algunas intervenciones para mejorar la salud intestinal y, posiblemente, los síntomas autistas.
- Probióticos: Estudios preliminares han indicado que los probióticos pueden ayudar a mejorar no solo la salud intestinal, sino también aspectos del comportamiento en niños con TEA. El uso actual es como un enfoque para modificar la microbiota intestinal en niños con autismo.
Aunque los resultados investigados son preliminares y requiere más investigación con las poblaciones control adecuadas, algunos reportes sugieren que la administración de probióticos puede asociarse con mejoras en el comportamiento social y la comunicación.
- Estudios en humanos: Un estudio encontró que niños con TEA presentaban una mayor prevalencia de problemas gastrointestinales junto con diferencias significativas en la microbiota intestinal en comparación con controles.
- Intervenciones con probióticos: Algunos estudios han evaluado el uso de probióticos en modelos animales; investigaciones en ratones han demostrado que aquellos criados en condiciones de disbiosis muestran comportamientos que imitan síntomas de autismo, incluyendo comportamiento repetitivo y déficit en la interacción social. La restauración de una microbiota saludable mediante probióticos o trasplantes fecales ha mostrado mejorar estos síntomas en algunos estudios.
Intervenciones terapéuticas
Dado el impacto de la microbiota en el eje intestino-cerebro, el enfoque terapéutico en trastornos neuropsiquiátricos ha sido estudiado e investigado, para así establecer algunas directrices:
a. Probióticos y prebióticos
- Probióticos: son suplementos que contienen microorganismos vivos que pueden restaurar el equilibrio de la microbiota intestinal. Estudios preliminares han mostrado que ciertos probióticos pueden mejorar síntomas de ansiedad, depresión y comportamientos autistas.
- Prebióticos: son compuestos que nutren a las bacterias beneficiosas en el intestino. Una dieta alta en prebióticos puede favorecer una microbiota saludable y mejorar la salud mental.
Es clave destacar que para poder restituir adecuadamente el microbioma se debe conocer el estado actual de nuestra salud intestinal, por lo que es imprescindible realizar los estudios de Microbiota intestinal de última generación, con la metagenómica para así poder establecer junto con el nutricionista y el gastroenterólogo el tratamiento ideal.
b. Dieta
- Dieta mediterránea: Se ha asociado con una microbiota más diversa y saludable. Incrementar el consumo de frutas, verduras, granos enteros y pescado puede contribuir a una mejor salud intestinal y mental.
c. Trasplante de microbiota fecal (TMF)
- El TMF implica la transferencia de microbiota de un donante saludable a un receptor con disbiosis. Aunque este enfoque se ha utilizado principalmente en infecciones recurrentes por Clostridium difficile, hay interés en su aplicación en trastornos neuropsiquiátricos.
La microbiota también puede afectar la regulación emocional. Se ha encontrado que ciertos tipos de bacterias están relacionados con la producción de neurotransmisores como la serotonina, que es vital para la regulación del estado de ánimo y las emociones. Esto sugiere que la salud intestinal puede influir en la capacidad de los individuos para manejo de las emociones y establecer vínculos y relacionarse con los demás. El desarrollo social es un proceso dinámico que se ve influenciado por el entorno, y los factores mencionados como la calidad de la dieta, el estrés y las experiencias tempranas pueden impactar la microbiota intestinal y, por ende, afectar el desarrollo social.
El estrés, tanto en la infancia como en la adultez, puede alterar la microbiota intestinal. Esta alteración puede resultar en problemas de salud mental que afectan las habilidades sociales, como la ansiedad, la depresión y la dificultad en la interacción social. Además la ansiedad y la depresión son trastornos que pueden tener un impacto devastador en la vida social de los individuos, y los diversos estudios han centrado la investigación en encontrar los vínculos de los trastornos con la microbiota intestinal.
Un enfoque que integre la salud intestinal, la salud mental y el desarrollo social puede ser clave para abordar trastornos del comportamiento. La colaboración entre médicos, nutricionistas y psicólogos puede facilitar tratamientos más efectivos y personalizados. Por ende con el avance de las tecnologías de secuenciación del ADN y análisis de microbiomas, podría ser posible crear intervenciones personalizadas que tengan en cuenta la microbiota intestinal individual de cada persona.
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Te dejamos también un artículo reciente que publicamos en nuestro blog sobre el eje intestino cerebro.
Referencia Bibliográfica
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