¿Se puede proteger el desarrollo de nuestros niños?
Introducción
El flúor se encuentra de manera natural en el suelo, el agua y los alimentos, aunque también se produce sintéticamente para ser utilizado en agua potable, pasta de dientes, enjuagues bucales y diversos productos químicos.
Durante décadas se ha utilizado para la prevención de la caries dental, mediante su adición en el agua potable y en productos dentales como pastas y enjuagues bucales. Sin embargo, en los últimos años, ha crecido la preocupación sobre sus efectos adversos en la salud, particularmente en el desarrollo neurológico de los niños. Diversos estudios han revelado que la exposición prolongada o la exposición a niveles altos de flúor podría estar relacionada con neurotoxicidad y, en algunos casos, con patologías del neurodesarrollo como el autismo u otras enfermedades neuropsiquiátricas y neurodegenerativas.
La fluoración del agua (adición controlada de este químico en el suministro público de agua durante su tratamiento de potabilización) comenzó en los Estados Unidos en 1945, cuando las autoridades de salud pública afirmaron que añadir flúor al agua potable reduciría las caries dentales en la población. En ese entonces, se basaban en una «correlación estadística» entre este químico natural, presente en algunas fuentes de agua y la disminución de caries. La medida fue promovida inicialmente como un avance revolucionario para la salud dental, y pronto se adoptó en muchos otros países del mundo.
Sin embargo, desde su implementación, han surgido controversias sobre la seguridad del flúor. Uno de los problemas es que la fluorosis dental, una condición irreversible que daña el esmalte dental, puede presentarse incluso con niveles relativamente bajos de exposición a este químico. Más preocupante aún es la creciente evidencia de que el este químico puede afectar negativamente al cerebro, especialmente en el desarrollo temprano.
La preocupación por este elemento, ha ido en aumento en los últimos años y cada vez hay más países que se están cuestionando la fluoración del agua basándose en los hallazgos científicos recientes que muestran que su exposición prolongada podría ser perjudicial, especialmente durante la gestación y la infancia, períodos clave para el desarrollo del cerebro.
En la actualidad, varios países europeos, incluyendo Alemania, Suecia, Noruega y Dinamarca, han prohibido o suspendido la fluoración del agua por los posibles efectos adversos para la salud. Por otro lado, en países como Estados Unidos, la fluoración sigue siendo una práctica común. Sin embargo, la creciente evidencia sobre los efectos neurotóxicos de este químico ha llevado a varios grupos y científicos estadounidenses a cuestionar la necesidad de su adición en el agua potable, señalando que los riesgos pueden ser superiores a los beneficios.
Exposición al flúor
Este químico se encuentra presente de manera natural en el agua y en algunos alimentos, como té, pescado, carne, leche, huevos, frutas y cereales. También se añade de manera artificial en pastas dentales (1.000 a 1.500 ppm de fluoruro), enjuagues bucales (230-900 ppm de fluoruro), sal fluorada (0,25 mg fluoruro por gramo de sal) y se puede encontrar en algunos medicamentos, materiales antiadherentes utilizados en sartenes, fertilizantes, vidrio, hidrocarburos fluorados, refinerías de petróleo…
Una cantidad importante de este químico proviene de la exposición al mismo y del consumo de algunos alimentos con alto aporte. Sin embargo, la principal fuente de ingesta de este químico es el agua de consumo habitual y su concentración depende de la región geográfica en la que vivimos. El agua con mayor concentración de fluoruros corresponde a recursos hídricos localizados en zonas montañosas o con depósitos geológicos de origen marino.
Estudios realizados en diferentes países muestran que en zonas con altas concentraciones de flúor en el agua hay una proporción importante de la población que presenta problemas en huesos, dientes (fluorosis) y desarrollo neurológico. En los últimos años los científicos se han enfocado en los efectos tóxicos del químico en el sistema nervioso.
El flúor se absorbe principalmente por vía digestiva. El 75-90% se absorbe en el estómago e intestinos y se transporta a diferentes tejidos del cuerpo, produciendo daños como la fluorosis. Además, es capaz de atravesar la barrera hematoencefálica, produciendo cambios bioquímicos y funcionales en el sistema nervioso, y la placenta, pudiendo afectar al desarrollo neurológico del futuro bebé.
La exposición a este químico en la etapa prenatal y neonatal es mucho más peligrosa: el efecto tóxico es mayor ya que los diferentes mecanismos de defensa no están desarrollados por completo y la barrera hematoencefálica es más permeable.
Se ha observado que el flúor se excreta por la orina, encontrándose niveles elevados en la orina de las personas que consumen agua con elevadas concentraciones de este químico.
El flúor y su impacto en el sistema nervioso. ¿Cómo afecta este químico al cerebro?
Este químico es capaz de atravesar la barrera hematoencefálica, lo que le permite llegar al cerebro. Incluso a dosis bajas, se acumula en los tejidos neuronales, incluida la glándula pineal, y puede alterar el sistema nervioso central.
Es neurotóxico y, aunque todavía se desconocen todos los mecanismos de su neurotoxicidad, se sabe que produce estrés oxidativo y activa las células glía, desencadenando neuroinflamación, neurodegeneración y apoptosis neuronal en áreas cerebrales críticas como el hipocampo, el cortex prefrontal, la amígdala, cerebelo, cortezas motoras, estriata… y alterando su funcionamiento. Algunos estudios muestran que una dosis baja de este químico de 0,5 μmol/L (10 μg/L) es suficiente para inducir peroxidación de lípidos, produciendo cambios bioquímicos en las células del cerebro, y una concentración de 3 μmol/L (57 μg/L) produce inflamación de las células cerebrales.
También modifica el metabolismo de los neurotransmisores, el metabolismo de la energía de las neuronas (por el transportador de glucosa GLUT1), produce una disfunción de importantes proteínas que forman parte de la cadena respiratoria de las neuronas y una disminución de las mitocondrias.
Se ha observado que una exposición excesiva al flúor puede producir efectos nocivos, como daño permanente en todas las estructuras del cerebro, reducción del coeficiente intelectual, deterioro de la capacidad de aprendizaje y memoria y problemas de comportamiento.
Uno de los mecanismos a través de los cuales este químico afecta el cerebro es mediante la inhibición de las enzimas responsables de reparar el ADN, lo que conduce a mutaciones y daños estructurales en las células nerviosas. Esto es especialmente peligroso durante el desarrollo prenatal y los primeros años de vida, ya que durante estas etapas el cerebro está en un estado altamente vulnerable.
La exposición prolongada prenatal durante la gestación, o en etapas tempranas del desarrollo, puede producir cambios bioquímicos, fisiológicos y funcionales en las neuronas, las células glía y, en general , en el sistema nervioso del feto y el bebé, relacionado con efectos adversos en el desarrollo neurocognitivo y trastornos de memoria y aprendizaje.
A continuación, se resumen algunos de los efectos del flúor reportados en diferentes estudios en animales y humanos:
- Variación de los niveles de algunos neurotransmisores (principalmente neurotransmisores glutamatérgicos). Existen mecanismos precisos que regulan su síntesis y liberación; lo cual es importante ya que cambios en la concentración de cualquier neurotransmisor durante el desarrollo pueden tener consecuencias neurológicas permanentes que se manifiestan en la vida adulta.
- Reducción en el número de receptores de acetilcolina.
- Aumento de los niveles de la enzima acetilcolinesterasa .
- Alteraciones en la morfología y bioquímica cerebral, afectando al desarrollo neurológico y, por tanto, a las funciones relacionadas con procesos cognoscitivos, tales como el aprendizaje y la memoria.
- Disminución de lípidos.
- Cambios significativos en la morfología del hipocampo, la amígdala, la corteza y el cerebelo.
- Aumento en la formación de placas amiloides (detectado normalmente en pacientes con enfermedad de Alzheimer)
- Alteración de la síntesis de proteínas en el cerebro, lo que conlleva a cambios degenerativos en las neuronas, pérdida en diferente grado de la sustancia gris y cambios en las células de Purkinje en la corteza cerebelar.
- Alteración de las mitocondrias, retículo endoplásmico granular, agrupamiento de cromatina, daño en la membrana nuclear y la membrana sináptica, disminución en el número de sinapsis, mitocondrias, microtúbulos y vesículas sinápticas, relacionado con una disminución de las conexiones neuronales y funcionamiento sináptico anormal, influyendo en el desarrollo cognitivo.
Neuroinflamación y toxicidad cerebral
El cerebro es extremadamente sensible a los desequilibrios químicos. El químico puede provocar la activación de las microglías, células del sistema inmunitario del sistema nervioso, e inducir una respuesta inflamatoria, conocida como neuroinflamación. Esta neuroinflamación puede conducir a daño cognitivo, alteración en el comportamiento y deterioro del aprendizaje.
A largo plazo podría generar una inflamación excesiva y perjudicial para las neuronas. Esta neuroinflamación crónica podría estar relacionada con diversas patologías del desarrollo y neurodegenerativas, como el autismo, el Alzheimer y la esclerosis múltiple.
Los estudios en animales han mostrado que la exposición crónica al flúor puede generar un deterioro en la memoria, la capacidad de aprendizaje y otros procesos cognitivos esenciales, lo que refuerza la teoría de que es neurotóxico.
Flúor y enfermedades del neurodesarrollo
Uno de los aspectos más alarmantes de la exposición a este químico es su posible relación con el autismo, una condición que ha experimentado un aumento significativo en su prevalencia en las últimas décadas.
Investigaciones recientes sugieren que este químico podría influir en el riesgo de desarrollar autismo a través de varios mecanismos. En primer lugar, la exposición al flúor durante el embarazo puede interferir con el desarrollo cerebral del feto, ya que atraviesa la placenta y puede causar daños en las células nerviosas en formación.
El flúor también puede interferir con la producción de neurotransmisores como la dopamina y el glutamato, que son esenciales para el desarrollo adecuado de las conexiones neuronales. En las personas con autismo, se han observado desequilibrios en estos, lo que sugiere que la exposición al flúor podría ser un factor de riesgo.
Además, estudios en animales han demostrado que este químico puede alterar la expresión génica en el cerebro, lo que puede afectar el desarrollo neurológico y aumentar la susceptibilidad a trastornos del neurodesarrollo.
Diversos estudios han tratado de establecer una relación entre la exposición al flúor y el aumento en la prevalencia del autismo. Un estudio de 2017 publicado en Environmental Health Perspectives encontró que las madres expuestas a altos niveles de este químico durante el embarazo tenían más probabilidades de tener hijos con problemas de desarrollo cognitivo y menor coeficiente intelectual (CI).
Otro estudio realizado en 2021 sugirió que la exposición prenatal al flúor podría estar relacionada con un aumento en el riesgo de desarrollar autismo y otros trastornos del neurodesarrollo. Estos hallazgos han llevado a algunos investigadores a proponer que la fluoración del agua debería revisarse y restringirse, especialmente en mujeres embarazadas y niños pequeños.
Aunque se necesitan más estudios para confirmar estos hallazgos, la evidencia acumulada hasta ahora indica que el flúor podría ser un factor ambiental que aumenta el riesgo de desarrollar autismo.
Impacto en otras patologías del neurodesarrollo
Este químico no solo está relacionado con el autismo, sino también con otras patologías del neurodesarrollo como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y el deterioro cognitivo en general.
Flúor y TDAH
El TDAH es una condición caracterizada por la hiperactividad, impulsividad y dificultad para concentrarse. Estudios recientes han sugerido que la exposición al flúor durante el desarrollo prenatal y la infancia puede aumentar el riesgo de desarrollar TDAH. Un estudio de 2019 encontró que los niños expuestos a altos niveles de flúor en el útero tenían más probabilidades de mostrar síntomas de TDAH a lo largo de su infancia.
Coeficiente intelectual y aprendizaje
Uno de los hallazgos más consistentes en la investigación sobre el flúor es su relación con la disminución del coeficiente intelectual (CI). Varios estudios en niños encontraron que existe una relación entre el consumo de altos niveles de este químico en el agua potable y una disminución del coeficiente intelectual en niños. También se ha observado una disminución de la capacidad de aprender, la concentración y un bajo nivel de organización visuo-espacial, lo que afecta a la habilidad en la lectura y la escritura.
Estos resultados refuerzan la idea de que el flúor es un neurotóxico que puede afectar gravemente al desarrollo cognitivo.
Alzheimer
La exposición al flúor aumenta la producción de radicales libres en el cerebro mediante la activación de diferentes vías metabólicas que se han relacionado con la enfermedad de Alzheimer.
Reducción de la exposición al flúor
Dado que el químico está presente en muchas fuentes, es importante tomar medidas para reducir su exposición, especialmente las mujeres embarazadas, bebes y niños pequeños.
La principal vía de exposición es la vía digestiva y la principal fuente de exposición es el agua de consumo, aunque también puede estar presente en algunos alimentos como el té, pescado, carne, cereales, huevos, frutas y productos enriquecidos artificialmente como la sal fluorada.
A continuación, se indican algunas recomendaciones para reducir la exposición al flúor
- Filtrar el agua del grifo: El uso de sistemas de tratamiento de agua que eliminen el flúor puede ser una opción efectiva para reducir la exposición en lugares donde se sigue adicionando flúor durante el proceso de tratamiento del agua potable.
- Beber agua embotellada sin flúor: Algunas marcas de agua embotellada tienen niveles bajos de flúor, lo que puede ser una alternativa más segura en caso de vivir en una zona donde se fluoriza el agua y no se pueda filtrar el agua del grifo.
- Evitar el uso excesivo de productos dentales que contengan flúor: Se recomienda el uso de pastas de dientes naturales sin flúor, sobretodo en niños pequeños para evitar la exposición al flúor y la ingesta accidental.
- Evitar la sal fluorada
- Evitar alimentos y bebidas procesadas: Muchos productos procesados contienen flúor, especialmente aquellos que utilizan agua fluorada en su producción.
Flúor en el Agua Potable: Riesgos y Debate en EE. UU
El flúor, comúnmente añadido al agua potable para la prevención de caries, está siendo reconsiderado en términos de seguridad debido a los posibles efectos adversos en el desarrollo cerebral infantil.
Se estima que el límite superior tolerable para el fluoruro (F-) es 0,12 mg/kg/día, lo que equivaldría a unos 5 mg/día para niños y 7 mg/día para adultos. Sin embargo, se considera que la ingesta de fluoruro debería ser inferior a 0,05 mg/kg/día (0,01 mg/kg/día para niños).
La exposición media al fluoruro en la población podría variar entre 3-4,4 mg/día en zonas con bajas concentraciones de fluoruro a 8,4 mg (12,1 +/− 4,1 del agua y 3.4 +/− 2.43 mg de la dieta) o incluso 14–19 mg en zonas con altas concentraciones del químico en cuestión.
En varios países europeos, la concentración máxima permitida de fluoruro en el agua del grifo es 1,5 mg/L y se estima que la concentración habitual varía entre 0,3 y 0,7 mg/L. Por otro lado, podemos encontrar aguas minerales con concentraciones de fluoruro de hasta 5 mg/L.
Actualmente, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos recomiendan que el agua potable contenga hasta 0,7 mg/L de fluoruro para maximizar los beneficios dentales y minimizar los riesgos de fluorosis dental. No obstante, investigaciones recientes sugieren que, incluso a estos niveles, la exposición al fluoruro podría afectar negativamente el desarrollo cerebral. Esto ha desencadenado un intenso debate en los Estados Unidos sobre si las concentraciones de fluoruro actualmente aceptadas son demasiado altas y si sería necesario eliminar la fluoración del agua.
Conclusión
El flúor, durante mucho tiempo aclamado como un avance en la salud dental, ha demostrado tener efectos adversos en la salud neurológica, especialmente en el desarrollo infantil. La creciente evidencia científica sugiere que la exposición al flúor, particularmente a través del agua potable, puede estar relacionada con un mayor riesgo de autismo y otras patologías del neurodesarrollo, como el TDAH y el deterioro cognitivo.
Si bien la fluoración del agua sigue siendo una práctica defendida por muchas autoridades de salud pública, los estudios recientes sugieren que podría ser el momento de reevaluar esta política, especialmente en poblaciones vulnerables como las mujeres embarazadas y los niños. Al reducir la exposición a este químico, podemos ayudar a proteger el desarrollo neurológico de las futuras generaciones.
Artículo redactado por la Colaboradora de Enevia Health: Monica Barco
Dra. en Química y experta en análisis y tratamiento de agua
agua@nutribionatur.com
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